Abordaje desde el corazón indómito del Río de la Plata...


13 junio 2013

SINGULARES PERSPECTIVAS


CARTA ABIERTA A TU CORAZON / Miguel Grinberg 


Las personas viajan grandes distancias para maravillarse de las altas montañas,
de las enormes olas de los mares, de las largas trayectorias de los ríos,
de la inmensidad del océano y del movimiento de las estrellas.
Y sin embargo ellas pasan por sus propias vidas sin maravillarse."

San Agustín, 354-430


Cada cual tiene apenas su propia vida. Y algunos sueños, ideales, fantasías de experiencias posibles. Es natural: no nacemos para ser un animal más. Ni para recorrer la existencia convertidos apenas en consumidores y contribuyentes.Somos potencialmente magníficos. Pero el mundo que nos rodea no está sintonizado precisamente en tal posibilidad. Todo lo contrario. El mundo se ha convertido en una maratón de causas perdidas. No te lo digo por pesimista. Es lo que realmente sucede, en todas partes.

Una vez más, los muros de los lugares donde vivimos y tratamos de aprender y trabajar cíclicamente siguen llenándose de rostros de candidatos a un puesto “de poder”, supuestamente para “representarnos”. Algunos de ellos muy conocidos. Y otros, demasiado desconocidos. Y detrás del mecanismo, las famosas “listas sábana” (el repertorio de los arribistas de siempre). Sólo te piden que los votes. Nada más: no te convocan a protagonizar nada. No se proponen cambiar nada más que algunos detalles abstractos, para que todo siga igual.

De tan sabido, y tan padecido, da asco, da bronca, da tristeza. Hace un lustro se ponderaba como acontecimiento renovador el ímpetu de las Asambleas Vecinales del 2002. Parecía insinuarse un protagonismo “de base”, un espacio civil abierto a iniciativas ciudadanas teñidas de esperanza. Pero poco  a poco se fue filtrando el tedio, la melancolía. Porque desde la radio, la TV, los diarios, las revistas, todo el sistema siguió diseminando historias de agonías o de pavadas argentinas, para todos los gustos. La gente que parecía dispuesta a sacarse de encima la inercia argentina, cayó de nuevo en el pantano de la desilusión y la impotencia.

¿Por qué ocurrió eso? Porque se cometió el mismo error que cometieron los movimientos rebeldes de otras décadas, que agitaban símbolos de cambio pero no emprendían acciones transformadoras de verdad. Conversaban sobre el ritual, pero no concretaban la ceremonia. Algo así como comprar en el mercado todos los ingredientes para un puchero, pero en vez de arremangarse y “cocinar el puchero”, se dejaban los ingredientes sobre la mesada, a la espera de que el puchero se hiciera solo. Y en verdad, las únicas que aprovecharon la situación fueron las hormigas y las cucarachas.

Alejandro Piscitelli me decía a fines del 2003: Hace dos años nos deshacíamos como sociedad/país, hace uno no la veíamos ni cuadrada. Hoy no es que la realidad sea redonda, pero una combinación de habernos venido abajo (mas que de ser profundos), y muchas ganas de reinventarnos (por suerte la vida grita mas fuerte que su contrario), nos encuentran juntos en bellos y promisorios proyectos compartidos. Estos primeros meses han sido durísimos y las piedras y los escollos en vez de dormir su sueño de impotencia, cual efectos especiales hollywoodenses renacían intermitentemente. Sin embargo lo hecho bien y lo mucho por hacer valen más que cualquier rezongo o monserga. A todos los que nos están acompañando dando ánimos y ayudándonos a crecer, miles de gracias. Vamos por más.”

El desafío, antes y siempre, es poner las ideas en acción, situarlas en un contexto, asumirlas en la vida cotidiana. Caso contrario, quedan en lo que son: simples ideas. Por sí mismas (y con seguridad si uno revisa su historia personal encontrará muchos ejemplos de ello) las ideas fuera de contexto no tienen poder transformador. Sólo fecundan la realidad y dan frutos, cuando se las pone concretamente en práctica. Si queremos tener un hijo debemos pasar de la “intención” a la consumación. Si queremos recibirnos de médicos, tenemos que cursar tal carrera en la Facultad de Medicina. Si aspiramos a escribir un libro o a pintar un cuadro, tenemos que... hacerlo.

¿Cómo se construye una familia, una casa o una nueva sociedad? Pues dando los pasos paulatinos en su dirección. Con paciencia, obstinación y dedicación. Milímetro a  milímetro. Sin tentaciones de espectacularidad. Cuando alguien planta un árbol frutal no puede esperar frutas al día siguiente.

Entonces, ¿dónde está tu corazón? Es decir: ¿cuál es tu objetivo de vida? ¿Qué desearías construir? Porque para poder ir en su dirección, es indispensable definir el “qué”, el “cuándo”, el “dónde” y el “con quiénes”. Nuestro país se ha convertido en un pantano donde la mayoría de la gente se (mal) acostumbró a esperar que las cosas ocurran por iniciativa de otros: el Estado, los inversores extranjeros, o la Divina Providencia. Antaño, solía ocurrir. Y es probable que vuelva a suceder de vez en cuando. Pero en el propio fondo de la cuestión, sepámoslo: sólo cosechará naranjas quien cultive naranjeros. Sólo seremos una república cuando…

Tu corazón posee la sabiduría necesaria para que puedas diferenciar entre lo que es realmente necesario para una vida intensa, y lo que constituye apenas una simulación. Es hora de descartar todas las malas costumbres que adquirimos en una Argentina que ahora se descompone a gran velocidad, porque fue ficticia, falluta, parasitaria. No te detengas a pensar si los que te secunden son muchos o pocos. Sólo llegan a su Tierra Prometida los que emprenden la marcha en su dirección. Los demás, se quedan atascados en sus monólogos sobre el asunto.

Construir un país, la justicia social, una vida satisfactoria, una pareja cabal, o una cultura de la afirmación vital, no sucede por milagro. Ocurre como efecto de una tarea concreta. Como están las cosas, la verdad no emanará de tu televisor sino de tu corazón, que conoce (y practica) perfectamente la armonía fundamental de la vida.